En esta pieza, también llamada
en castellano La comedia de los errores, que nos ofrece lo que hoy
denominaríamos un vodevil o comedia de enredo.
Se trata de la obra de teatro
más corta de Shakespeare. Muestra la
acción en la antigüedad clásica, con Siracusa (en la isla de Sicilia, Italia) y
Éfeso (cerca de la actual Esmirna, Turquía) como ciudades enfrentadas,
nombrando también a Epidamno (actual Durres, Albania). Todo esto se debe que
para el argumento bebe de una comedia de Plauto, Los Menecmos.
Plauto era un escritor de comedias romano, que adaptaba antiguas obras griegas.
Las referencias a lugares del pasado acaban ahí. El
resto es un relato situado en un entorno muy familiar: hay un alguacil, una
abadesa; el máximo responsable de cada ciudad-estado es un duque. El escenario
de la trama es la ciudad de Éfeso, que bien podría ser también cualquier villa
británica contemporánea a Shakespeare.
Un anciano va a ser calificado por incumplir la
dura ley impuesta en Éfeso. Se trata de un mercader de Siracusa llamado
Egeonte. La ley prohíbe a los habitantes de Siracusa viajar a Éfeso bajo pena
de muerte, por desavenencias políticas. Pero antes de morir, el duque de Éfeso
deja hablar a Egeonte. Resumiendo, cuenta que su mujer tuvo gemelos hace 25
años, y que además adoptó otros gemelos nacidos el mismo día para que fuesen
criados de sus hijos. En un viaje en barco, una pelea los separó y nunca más
vio ni a su mujer ni a uno de sus hijos ni al criado de éste. Los dos hijos
gemelos se llaman igual: Antífolo. Y sus esclavos también: Dromio.
La historia va entretejiendo hábilmente encuentros
y desencuentros, añadiendo toques de humor, pero sobre todo de enredo,
incluyendo amores marchitos, amores hallados, acusaciones de locura, un
exorcismo, y la escena final donde todo se resuelve, el anciano es perdonado y
se celebra una reunión festiva entre todos.
El toque de humor grueso lo pone la descripción de
una cocinera, cuyos defectos son hiperbolizados con exageración suma. Aprovecha
el autor para hablar mal de todos los países vecinos a Inglaterra, incluida
España, de la que dice que es como el mal aliento.
La anécdota de la obra es la alusión al fútbol,
cuando uno de los criados tiene que ir y venir y se queja de ser tratado como
una pelota de fútbol, y que sólo le falta que lo forren de cuero.
Hay una jugosa conversación entre las hermanas Adriana (esposa de Antífolo de Éfeso) y Luciana. Adriana defiende su libertad individual y Luciana el sometimiento de la mujer al hombre.
Hay una jugosa conversación entre las hermanas Adriana (esposa de Antífolo de Éfeso) y Luciana. Adriana defiende su libertad individual y Luciana el sometimiento de la mujer al hombre.
Argumentación.
En Éfeso existe una ley por la
que cualquier mercader de Siracusa deberá pagar una multa o perderá la vida.
Egeón es arrestado y no puede pagar la deuda. El Duque Solino le pide que
le cuente su historia: Egeón, en un naufragio había perdido a su mujer, a sus
dos hijos gemelos idénticos en físico y en nombre y a unos niños
sirvientes de sus hijos y también gemelos y también idénticos. Todos se
salvaron pero quedaron separados marido y mujer, cada uno con un hijo y un
sirviente. Cuando Antífolo de Siracusa (el hermano que había quedado con el
padre) se hizo mayor partió para descubrir el paradero de su madre y de
su hermano. Egeón partió tras él pero todavía no se habían encontrado. Tras
escuchar su historia el Duque se apiada de Egeón y le concede un día para
conseguir su rescate.
Sin
que su padre lo sepa, Antífolo de Siracusa, también ha llegado a Éfeso
acompañado de su sirviente Dromio. Ambos hermanos son tan parecidos que incluso
Adriana, la propia esposa de Antífolo de Éfeso los confunde. Una serie de malos
entendidos implican a los Antífolos en un impago de una cadena de oro que los
lleva a la cárcel. El hermano de Siracusa se esconde en un convento del cual su
madre, desaparecida hace años, resulta ser la priora. Desde ahí ven a Egeón
camino a su ejecución. Lo reconocen, pagan el rescate y la familia acaba feliz
y reunida.

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